Los tipos de encuadernación editorial y sus usos


El trabajo editorial suele ser arduo, intenso y complicado, a menos que la empresa editorial en la que tal vez trabajemos sea lo bastante amplia como para poder permitirse contratar a personas en puestos muy especializados. Eso sería, a todos los efectos, lo ideal, aunque aumentaría el nivel de complicación en cuestiones de coordinación y coherencia, pues cada persona tiene su propia manera de trabajar. Si hablamos de un trabajo especializado precioso, podemos mencionar las labores de imprenta y encuadernación de libros.


En realidad, las editoriales suelen subcontratar las empresas de impresión de libros, ya sea con fondos de la empresa o minicréditos rápidos cíclicos. Pero es tarea de los maquetadores preparar el documento para la impresión y decidir todas las cuestiones de diseño. En función del presupuesto, de si deseamos sacar una edición económica y múltiples unidades, o de si queremos relanzar uno de nuestros productos editoriales antiguos más exitosos en calidad de edición limitada de coleccionista, las decisiones de encuadernación y diseño cambiarán o serán incluso diametralmente opuestas.

Pero empecemos por la pregunta fundamental: ¿qué tipos de encuadernación existe? Una persona experta en este campo ha de saberlo todo sobre las alternativas disponibles. Su tacto, su duración, su belleza estética y su coste, entre otros factores menores pero no por ello menos importantes. Así, entre otras cosas, podremos gestionar dichos fondos o microcréditos y también seremos capaces de medir el retorno de la inversión.

En resumen, existe la encuadernación en cartoné o tapa dura, duradera y bonita, pero no precisamente barata; la rústica cosida, más económica y con hojas agrupadas en cuadernillos con hilo; la rústica fresada, parecida a la anterior pero con hojas encoladas en la tapa, y no cosidas; y, por último, la grapada y la espiral, muy empleadas en manuales y recetarios.

Teniendo en cuenta los factores anteriormente mencionados, ninguna encuadernación es mejor que otra. La editorial ha de decidir cuál es la ideal según el producto que desea lanzar. Todo ello, por añadidura, sin correr riesgos económicos innecesarios. La prudencia es una virtud en este trabajo y el éxito será rotundo si sabemos escoger.

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