Una educación pública garantizada por el gobierno
En España tenemos educación pública. Sin embargo, cabría preguntarse si ese adjetivo es el más adecuado en nuestro sistema económico, político y social. No cabe duda de que el capitalismo lo impregna todo, y no todos los colegios son públicos.
Muchos de ellos, institutos incluidos, son concertados y privados; es decir, la matrícula y ciertos servicios especiales se pagan a medias o de una manera concreta, y eso garantiza una educación de mayor calidad y más personalizado.
La cuestión fundamental es qué se supone que está haciendo mal nuestro gobierno si educarnos, aprender a tener pensamiento crítico y acceder a la cultura es un privilegio.
Por mucho que las familias de la actualidad puedan acceder a ventajas y facilidades para pagar los estudios de sus hijos, como los pagos a plazos o los créditos rápidos, no cabe duda de que el reto y el objetivo fundamental de la educación pública es ofrecer la misma calidad, si no más, en cuestiones de enseñanza.
Todo ello gratuito, pues eso es lo que se supone que significa la palabra «público». Es decir, es el estado quien ha de garantizar la educación a todos los niveles como un derecho humano básico.
En la actualidad, es el gobierno del PSOE quien ha de plantear alternativas y ofrecer opciones a todas aquellas familias que, por diversas circunstancias económicas, como la problemática de la familia numerosa o un SMI demasiado bajo, se vean obligadas a renunciar a la educación que desearían para sus hijos e hijas.
Por otro lado, cuando hablamos de «educación pública a todos los niveles», nos referimos también a las enseñanzas superiores y universitarias. Aunque la alternativa de la solicitud de préstamos sin intereses y la posibilidad de los pagos en varios plazos también existan en la universidad, así como las ayudas complementarias a familias en situaciones económicas difíciles, las becas o la reducción de costes por matrículas de honor, el objetivo fundamental sería garantizar el acceso gratuito a los estudios universitarios a todo el mundo. Lejos de ser una utopía, se trata de una realidad ya existente en numerosos países de Europa.