Ventajas de la formación continua a largo plazo
Es decir, cualquier persona, por muy eminente que sea su título universitario o por muy bien formada que esté, debe seguir realizando cursos de formación periódicos para renovarse y readaptarse a su puesto de trabajo, o bien tener acceso a otros superiores y mejor pagados. Por eso debemos hablar de inversión educativa a largo plazo.

Esta inversión, por desgracia, no siempre es gratis, salvo en casos concretos como los de los cursos del paro, que ofrecen a las personas en situación de desempleo la posibilidad de acceder a formación gratuita. Por lo general siempre hay que pagar, y la cifra de ese pago depende de numerosas variables; por ejemplo, el centro de formación al que acudamos, la calidad o el nivel de enseñanza del curso que nos interesa, y en general nuestros objetivos y los de la academia.
En este sentido podemos mencionar numerosos ejemplos. Las academias de oposiciones, por ejemplo, son caras, y suelen requerir de una inversión alta de microcréditos rápidos o de nuestro propio sueldo, si es que tenemos uno. Por otro lado, los cursos breves o intensivos suelen ser mucho más asequibles, y su corta duración permite una mayor compatibilidad con nuestras otras obligaciones.
Si además accedemos a un plan de formación online, normalmente nos ahorramos numerosos costes en desplazamiento y obtenemos material de trabajo gratuito por correo. Aunque muchas academias presenciales ofrecen becas de transporte público y movilidad.
¿Deberíamos, si ya estamos trabajando y nuestro puesto de trabajo es relativamente estable, arriesgarnos a invertir un préstamo personal no parte de nuestra propia nómina, tan duramente ganada, en un curso de formación extra? La decisión no puede tomarse a la ligera, pero son una mejora para nuestro currículum y tal vez nos permitan aspirar a un empleo superior. Nunca deberíamos descartar la posibilidad.